Opinión | Sin producción local no hay soberanía alimentaria
Cada 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, una fecha proclamada por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en 1979, con el objetivo de concientizar sobre los problemas alimentarios globales y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza. Este día busca también promover sistemas alimentarios sostenibles, que garanticen el acceso a alimentos nutritivos, seguros y suficientes para todas las personas, especialmente valorando el papel fundamental de la producción local en este desafío.
Este 16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación, no podemos conmemorarlo sin alzar la voz frente a la crisis que atraviesa el sector de la producción primaria. “No habrá alimentos locales en cantidad ni en diversidad si el sector sigue en este proceso de deterioro”, advierten productores que ven con preocupación el impacto del ingreso de productos importados y la falta de políticas que acompañen al campo.
Daniel Bacone, productor de Arroyo del Medio (Misiones), sostiene que “cada vez es más difícil competir con lo que viene de afuera. No porque nuestros productos no sean buenos, sino porque no tenemos el mismo respaldo ni condiciones”. Para Bacone, el problema no es solo económico: “cuando se pierde la producción local, se pierde también cultura, identidad y comunidad”.
La producción fruti-hortícola y las demás cadenas alimentarias locales sufren las consecuencias de decisiones que priorizan lo externo, mientras se desmantelan las bases de la soberanía alimentaria. En este contexto, ¿cómo pretender que las familias consuman local si “realmente necesitan achicar sus gastos para poder seguir alimentándose”?
Es urgente que las políticas públicas “favorezcan e incentiven el consumo de las producciones locales”, especialmente en provincias de frontera, donde el ingreso de alimentos importados compite directamente con los tiempos y precios de la producción regional.
Desde las organizaciones del sector, el compromiso es claro: “seguir alzando la voz en pos de defender, en principio, la familia agraria, evitar el éxodo y la ruptura del entramado social”. Porque no se trata solo de producir alimentos, sino de “defender nuestra tierra, nuestra soberanía” frente a modelos que buscan extranjerizar el territorio.
Bacone remarca que “si el productor se va de la chacra, no vuelve más. Por eso es clave que el Estado esté del lado del que produce, protegiendo lo local”.
Fortalecer las cadenas locales es el gran desafío. Se necesita “un Estado presente articulando política pública” para que el sector siga siendo “el soporte de una economía local regional que genera arraigo, sustento económico y mano de obra calificada”.
Sin producción local no hay futuro posible. La soberanía alimentaria no se declama: se construye desde la tierra, con quienes la trabajan día a día.
Asimismo, desde el Colegio de Nutricionistas de Misiones advirtieron que “en este contexto es importante el acceso a la información para la toma de decisiones alimentarias, atendiendo a la preservación de los derechos a la salud y a la producción local de alimentos”. La entidad subraya así la necesidad de garantizar no solo el acceso físico y económico a los alimentos, sino también el derecho a elegirlos con conocimiento, apostando a sistemas que cuiden tanto a las personas como al territorio.
En este marco, la Red Yva viene desarrollando una serie de encuentros participativos que permitieron diagnosticar, debatir y proponer alternativas concretas para una organización más justa de la producción y el consumo. Entre sus principales propuestas se destaca la construcción de circuitos cortos de comercialización, que acerquen directamente a productores con consumidores, promoviendo precios justos y alimentos sanos. También se impulsa la creación de espacios de formación y fortalecimiento de cooperativas, ferias y mercados populares que garanticen el acceso a alimentos locales.
Además, se plantea la necesidad de un marco normativo que proteja las semillas nativas, los saberes campesinos y el acceso a la tierra para quienes la trabajan. La Red Yva insiste en que la soberanía alimentaria no es solo un concepto, sino un proceso político que exige participación activa, organización comunitaria y voluntad estatal. Por ello propone la creación de un Consejo Consultivo para la toma decisiones sobre el sector productivo. La defensa de los territorios, el arraigo rural y la producción agroecológica son pilares centrales en esta construcción colectiva.